
La temperatura del motor es muy importante para la vida útil de tu vehículo, por eso debes estar atento, revisar los niveles y usar refrigerantes de calidad. Te contamos todos los detalles.
Los vehículos que emplean motores de combustión interna para desplazarse necesitan de un sistema de control de temperatura eficiente y seguro. Emplean un circuito cerrado, por el que discurre un líquido refrigerante que quita el exceso de calor del motor. La liberación del calor absorbido se produce en el radiador. Se intercambia con el aire y se consigue hacer disminuir la temperatura del fluido, para luego impulsarlo con una bomba, nuevamente hacia el motor. Este sencillo proceso es continuo y permite mantener la temperatura de funcionamiento del motor (90º C), dentro de ciertos valores asignados por el fabricante. La verificación del nivel del líquido refrigerante debe realizarse periódicamente.
La estación de servicios es el lugar idóneo para comprar combustible de calidad, efectuar los controles de niveles de líquidos y agregar anticongelante para evitar desperfectos ocasionados por las bajas temperaturas del invierno. Los servicios de mantenimiento de los vehículos recomiendan realizar el cambio del líquido refrigerante cada dos años o 40.000 kilómetros. Se deben emplear productos que tengan las características especificadas en el manual del coche. También es conveniente, antes de iniciar un viaje, realizar un control de niveles de líquidos: aceite del motor, líquido de frenos, refrigerante, líquido hidráulico de dirección, etc.
En nuestra comunidad autónoma –Islas Canarias-, por el clima cálido que tenemos la mayor parte del año, es muy importante prestar especial atención a la refrigeración del motor. Se debe tener en cuenta que la mayor parte de las averías de los coches (75 % – 80 %) se producen en el motor, por fallos o deficiencias en los circuitos refrigerantes y empleo inadecuado de productos específicos. No mezclar refrigerantes con distintas características. Orgánico/inorgánico, por ejemplo.
La mayoría de los motores de los coches realizan el control de temperatura mediante un circuito con refrigerante líquido. Hay fabricantes que emplean refrigeración por aire y otros modelos mixtos. Los primeros vehículos con motor de combustión interna utilizaron agua como refrigerante. El agua es uno de los mejores conductores calóricos que existen, pero su empleo tiene muchos inconvenientes, como la corrosión de metales, punto de congelación (0ºC), bajo punto de ebullición (100ºC), produce incrustaciones calcáreas (sarro), deshidrata mangueras y juntas. Por todas estas causas, hace años que los fabricantes de coches recomiendan la utilización de líquidos refrigerantes especiales. Son líquidos compuestos de agua desmineralizada y aditivos: anticongelantes de base alcohólica, desincrustantes, antioxidantes, antiespumantes, que le confieren características excepcionales. Facilitan el cuidado del motor, ayudan al buen funcionamiento y prolongan su vida útil.
Tipos de refrigerantes
La aparición de motores de alta gama, con mayor potencia, compresión y número de revoluciones, trajo aparejado el desarrollo de nuevos tipos de refrigerantes para satisfacer las demandas de los fabricantes. Empresas del sector químico desarrollaron nuevos aditivos para mejorar los refrigerantes e incrementar sus prestaciones. Surgieron refrigerantes orgánicos con propiedades más respetuosas con la naturaleza. Son ecológicos y de fácil degradación. Cumplen con altos niveles de fabricación y mejoran notablemente la eficiencia del circuito refrigerante, creando una fina capa monomolecular localizada, que facilita el intercambio de calor y la circulación del fluido. Mejora las características antioxidantes, desincrustantes y la durabilidad del líquido.