
Está científicamente demostrado que nuestra forma de conducir afecta directamente al funcionamiento de nuestro vehículo. Desde hace algunos años, el término conocido como “conducción eficiente” se ha hecho eco entre la población, pero son pocos los que conocen su verdadero significado y, sobre todo, cómo ponerlo en marcha.
La conducción eficiente trata de modificar la forma de conducir con el objetivo de reducir la contaminación ambiental y el combustible, entre otras ventajas. Según datos de la DGT, en España el transporte utiliza más del 60% del petróleo, motivo más que suficiente para plantearse poner en práctica la eficiencia en carretera.
Ventajas de la conducción eficiente
La conducción eficiente trae consigo múltiples ventajas entre las que destacamos las siguientes:
- Mejora del confort durante la conducción.
- Ahorro de un 20% de combustible y reducción de la contaminación.
- Incremento de la velocidad media del vehículo.
- Reducción del gasto del mantenimiento del vehículo.
- Disminución del estrés del conductor y resto de pasajeros.
- Menor nivel de ruido y mayor seguridad en las carreteras.
¿Qué recomendaciones seguir?
- Arrancar el motor sin acelerar e iniciar la marcha justo después del arranque.
- Utilizar marchas largas, siempre que se pueda, y acelerar según las revoluciones del vehículo.
- Mantener una velocidad constante, fluida y sin cambios bruscos de marchas ni dirección.
- Desacelerar suavemente, siempre y cuando la velocidad y el espacio sea el adecuado, reduciendo las marchas y sin frenar bruscamente.
- Apagar el motor si las paradas son por más de 60 segundos, ya que se reduce el combustible.
- Mantener siempre la distancia de seguridad y un campo de visión amplio.
- Evitar llevar el coche muy cargado y con instrumentos innecesarios: baca del techo, por ejemplo.
- Puesta a punto de los neumáticos, aire acondicionado, aceite, frenos y motor.
- Limitar el uso de aparatos tecnológicos ayudará a un menor consumo de energía y, por ende, de combustible.